El Corazón de Jesús también ha pasado dolor y sufrimiento. Por eso conoce lo que sufre cada hombre, pero para encontrarse con el amor misericordioso de Cristo hay que empezar abrir el Corazón propio, al Corazón de Cristo. Mirar su Corazón, que fue trapazado por una lanza. (Jn 19,33-34). Oremos